domingo, 21 de febrero de 2021

A DÓNDE ME ECHAN


 

A DÓNDE ME ECHAN

Desde nubes convulsas, tiernas,

coloridas vibraciones al vacío

en parapente por espacios libres

se precipitan cascadas de vida

en jardines de arboleda verde,

desiertos despojados de arena,

acantilados resbaladizos de piedra.

¡A dónde me echan!

¡En dónde caigo!

Vicisitudes de cuadrante en el tiempo,

vuelo neutral de destino sin patria,

entre nimbos saturados de carga,

la lluvia elige su arroyo,

el pastor monte para el rebaño,

el labrador barbecho arado.

A la noche con venda en los ojos

tiempo prestado de latir sensaciones

con dolor suave de cabeza forzada

sigue un despertar alborotado

sorpresa de manos alzadas al cielo,

ojos en palco preferente de teatro,

sin testigos del acto representado.

¡A dónde me echan!

¡En dónde caigo!

Ondulada es la tierra con maná blanco

en picos de nieve junto a las alturas,

lisa en los arrozales húmedos, blandos,

acantonados en los llanos de costa,

entre picos y garras, ave de paso,

voy a la deriva donde me echen,

sin remedio al vientre que caiga.

Allá fértil, ricas las fachadas

de urbanizaciones con piscina,

allá pobre entre frágiles chabolas

sin asfalto, ni fuente a mano,

aterrizo al incógnito destino,

beduino errante a donde la suerte

acampe e instale para siempre.

¡A donde me echan!

¡En dónde caigo!

Cuando abra los ojos será tarde

sabré dónde me han echado

no valen lloros, ni llantos,

alegrías, disfrutes, fiestas,

donde caiga, caiga, es el sitio,

de ahí, época de encender fuego,

humo maleable, racha de viento,

ficha de ajedrez en movimiento,

donde desmonte esta vez de nuevo

será del amor mutuo deseo,

el lugar qué más da, un habitante más.


Cuadro al óleo 60X60 y poema de

josé M.ª Fdez. Lozano (Arte conceptual)

jueves, 4 de febrero de 2021

EL PRIMERO Y EL ÚLTIMO

 EL PRIMERO Y EL ÚLTIMO

Abajo del todo, el primero,

donde es más húmedo el suelo, hueco

de colores pardos, descoloridos huesos,

sin estufa, laberintos sin ventana, casa

de larvas blancas, sólo boca en la cara,

cuerpo vencido, entre zafiros nada el alma.

Invierno, hielo, entierro en punta de ola,

libre caída una hoja encima de otra,

venda en ojos con dedos de piel rosa,

restos archivados en algún jarrón viejo,

poses de sombra, llantos de perro,

pirámides huecas con humo seco.

Vendimiadores de racimar viñas

exprimen el jugo de última partida,

ojeras de duelo, cortes de sangría,

lagrimean lenguas amargas de pena,

despedida cruel de la madre cepa.

Manos en palma piden al que manda,

levántate y anda, silencio, nada,

sólo cuelgan unas garras de araña

sobre la bóveda del espacio eterno,

columnas que sujetan al universo.

Luces al lado, tráfico de estrellas,

la escalera del tiempo se quiebra,

la vida papeles caídos de una mesa,

el locuaz llama a la soga que salva,

el suspiro espira, inútil aguanta

aunque la eternidad sea larga.

Último aquel con la soledad sólo,

el pan ni un trozo en el horno,

el pico de pájaro sin grano a mano,

el tren despide el postrer abrazo,

los recuerdos escritos en arena

borra la turbulenta noche ciega.

La despedida a ratos gritos,

no contesta el eco del paraíso,

en ciencia se convierte el olvido,

último aquel amante de certezas,

las verá desnudas, a cara descubierta,

con afán las anhele, o con horror las tema.

Cuadro al óleo 60X60 y poema de

José Mª Fdez. Lozano (Arte conceptual)