QUÉ GUAPA ERES
¡Qué guapa eres!
Me decía un encantado espejo,
adulador reflejo de mi alma
con cara rasgada brillante
de huellas húmedas de bayeta.
Apareces elegante, insistía,
con ese sombrero de plumas
que disimulan raíces grises,
nidos que pían alabanzas
en la cumbre de tu figura.
Te favorece la estola de seda
que estila tu cuello divino alargado
deslizándose contorneado a la cintura
con adornos triangulados de pirámide
y trozos coloridos de baldosa.
¡Ay! Quién pudiera lucir
aunque soslayados esos pechos
de dunas empapadas en maná celeste
medio visto y adivinado
con botón a punto de explotar prieto.
Veo la punta de tu calzado,
trozos de fruta roja
casi ocultos bajo tu vestido pegado
desde la cadera al suelo,
caña de bambú perfecta
con nudos marcados
y ceñido el resto a muslos y piernas.
Ya puedes salir, estrella,
a la pasarela de la calle,
tu estilo distinguido perfecto
recibirá alabanzas, halagos
y tu sublime figura de planta fresca
lucirá más hermosa que el medio día,
más atractiva que una diosa
del antiguo, legendario Oriente.
Cuadro al óleo 60X60 y poema de
José Mª Fdez. Lozano (Arte conceptual)