OBRA: Lienzo, óleo 100 X 81
AUTOR: José María Fernández
RUIDOS
Un despertador altera,
mi tranquilidad
pasajera,
en el oído un
alboroto,
y genio en el
rostro,
el ruido empieza,
con dolor de cabeza.
Ducha, cafetera, un
portazo,
el nivel sonoro un
mazazo;
máquinas
descendentes,
engranajes
estridentes,
ecos en garajes,
pisadas,
entre columnas
fantasmas.
Contacto, fricción, ruedas,
fruta arrastrada que
vuela,
un claxon que
aturde,
molesta, irrita y
aburre,
con huracán agrio de
voces,
insultos, amenazas y
roces.
Manifestación
ruidosa,
con palabras broncas,
enfado furioso,
follón rabioso,
que irrita las
hieles,
del pacífico
indiferente.
Obras en aceras,
destrozan las
sendas,
con máquinas de
escándalo,
que atraviesan
tímpanos,
y alteran el paseo,
del mártir
callejero.
Sirenas estrepitosas,
con luces cegadoras,
en su deber
estricto,
hipotecan el
sentido,
y desbordan el aguante,
del asustado
marchante.
ordenador pesado,
que provoca sofoco,
algún tic nervioso,
miradas impacientes,
y nudos en la mente.
Aturdido con hachazos,
se impone un
rechazo,
de actitud evasiva,
naturaleza
tranquila,
inundar la falta,
de tregua en el
alma.
Con la noche la
calma,
descanso en la cama,
prevalece el
silencio,
quietud de milenio,
ni el vuelo de una
mosca,
el sueño trastorna.
Soledad en la
estancia,
quietud sin
sustancia,
marcharon los
sentidos,
ausentes los ruidos,
semejante a la nada,
donde el alma nada.
¡Ojala despierte
mañana!
¡Arriba! el primero
al alba,
el ruido no será molestia,
el estrés menudencia,
es preferible abrir
los ojos,
oír, escuchar a
todos,
valorar como sonido
fluido,
cuando suene un
ruido.
Apreciar que oye mi
oído,
señal de que estoy
vivo.
José María Fernández
No hay comentarios:
Publicar un comentario