domingo, 3 de noviembre de 2019

LABERINTOS DE INFIERNO



Tablero al óleo 60X60 y poema de

José Mª Fdez. Lozano


LABERINTOS  DE  INFIERNO
Saturado el fondo interior.
La noche oscura de rojo y negro
se extiende cargando su peso
entre galerías desabridas,
y lechos de mohos rancios.
Frutos saciados a costa del hambre,
ensanchan su boca redonda, verde agria,
entran en fila tupida al pesebre,
puerta abierta de entrada libre.
No cabe la comida en garganta,
con embudo empujan abanicos,
sobras, despojos de banquete
a trancas los digiere la noche.
Conjugan números a puños cerrados,
dramas en asiento de anfiteatro,
retuercen el gesto de rabia
y escurridos de arcilla entre dedos prietos.
El polvo de mármol pide agua
que corre en pasadizos de túnel,
saciando la sed, grito en llamas,
a gargantas corroídas, rayadas con escoria.
Cuencas de ojos temblorosos
se apocan solitarios, hundidos,
sin salida estallan cristales, en añicos
las conchas de habitaciones muertas.
Tras capuchas de infamias cobardes,
ocultas se deshacen estatuas de arena,
mientras marsupiales hincan sus huellas
en las mantas tediosas del aposento.
Quién te mira, quién te ve,
exceso de remostar hollejos.
Quién te mira, quién te ve,
el caos no tiene ojos.
Enseña tu interior de latido,
el vestido de caoba enterrada,
tus dientes sonrisa, gajos de sandía
tu lloro imposible de niño,
tu vientre de avaricia que
no atraviesa grietas de luz.
El laberinto de infierno se cierra,
montones de tierra, después
no hay escena, ni eco, ni lejos
un lamento de plañidera llorosa.
La copa herviente a borbotones
en la mano estalla rota.
Otra copa gemela, con brillo de estrella
en manos limpias, estatua de parque,
entra por la puerta de cintura estrecha,
dejando gotas de sudor
en canteras de piedra.


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