miércoles, 9 de noviembre de 2022

LA COLA DEL GATO


 

LA COLA DEL GATO

Con cuello de goma estirada,

salida en exceso de madre,

un gato maúlla de agudo a grave

como intentando comer la luna

y emitiendo amenazas, soplidos

entre dientes y colmillos.

Con lágrimas de San Lorenzo,

pestañeo enfurecido de rabia,

arrastra las tripas a ras de suelo

por los desgarros de su cola

que yo pisé al pasar,

se supone que despistado y al azar.

El que antes amigo a mi vera,

andar amigable, confiado a mi sombra,

runruneo de cría , él ya sabía

que portaba en mano su comida.

Con mi piel descolorida, exaltada,

moral baja, manchada la planta del pie

ensangrentada, sin llegar al charco

deja huellas visibles del hecho.

Al traste el aprecio, cruel sorpresa,

escapa el felino, alocada desbandada,

rabia desatada cual huida de la peste,

víctima perseguida, maltrecha, vencida.

El sufrido pisado, remostado,

como pisapapeles de oficina,

se siente harina triturada de molino,

mientras vahos cálidos de color naranja

humean de su extremo humillado.

No bastan buenas palabras

que engañen con maquillaje

el sentimiento de arrepentimiento

a la película de terror en suspense

que visualiza su maltratada cola.

El ladrido y piar de animales vecinos

se convierten en ecos lejanos unos,

otros, en ramas las más apartadas

guardan silencio con ojo atento ladeado.

La interpretación dolorosa

termina por fin la tragedia.

El perjudicado lame sus heridas.

Mi yo, culpable improvisado,

arrepentido, sobrepuesta la pena,

sirve reconciliación en plato,

a distancia por si acaso,

leche aguada que apacigüe

cualquier atisbo de venganza.


Óleo 60X60 y poema de

José M.ª Fdez. Lozano (Arte conceptual)

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