lunes, 25 de junio de 2018

EL ÁRBOL DE LA MUERTE


EL ÁRBOL DE LA MUERTE
Desmenuza olas la arena de playa,
venían revoltosas, alocadas, expansivas,
orgullosas de saber, risas, disfrute,
de su efusivo desmadre placentero queda
un abanico de algas desechas,  muertas.
De la piel de huella rugosa fuerte,
del cutis resbaladizo, suave, atrevido,
tacto de diablo travieso se desmoronan
células despeñadas en despojos,
sobrantes, desplumadas, muertas.
El árbol de nidos con plumas y sudarios,
acoge linajes de crisálidas encerradas,
capullos con hilos de seda, ninfas en espera,
ni oruga, ni mariposa, ni ángel ni demonio,
sólo un plantón sin raíces al suelo,
puntas de lanza talladas en piedra,
celdas llenas, carcomidas, vacías,
un invierno eterno haciendo tiempo.
Por sus ramas granates espesas,
circulaba un impulso de latido, roto
entre canales de laberintos angostos,
un gen oculto, cimiento de muerte,
que sin avisar crece al acecho,
sed velada, agónica, ahogada
en polvo de su esencia caduca.
Árbol gigante, repleto, el más grande, 
donde el apellido se pierde cubierto
por nieve de siglos, ciprés longevo,
apenas un suspiro y en un cruce perdido
mis alas dormirán letargo de invierno,
árbol de la muerte,  que apunta al cielo.
Abajo,
en el suelo,
como recuerdo,
las cosas rosas de la vida.

Tablero al óleo 60X60 y poema de
José Mª Fdez. Lozano (Arte conceptual)

No hay comentarios:

Publicar un comentario