DESPUÉS DE LA FIESTA
¡Que nadie alborote el silencio!
Un vacío absurdo acota el entorno
tras el jolgorio de una fiesta,
donde le risa no hace gracia
y un susurro, tambores de guerra.
Sombras
divagan sin rumbo en la retina,
números digitales naranja
se pierden muertos en sepulcro,
datos eliminados de pantalla
junto a recuerdos calcinados.
Del bullicio desenfrenado
en danza de esqueletos blancos
a sensibles brumas moradas
de pasos fúnebres desorientados.
A media cara, cabello en desmayo,
confetis todavía en la mano,
el cuco del reloj ensordece oídos
pesadez de tarta en el estómago,
el asiento de suelo guirnaldas rotas.
En tres dimensiones curvado
asoma profundo, hiriente
sin nubes el medio día
sobre los párpados apocados
tenuemente apuntalados.
Fruncido el ceño, un beso
vuelve despierta la existencia,
intransigente se empeña
como autómata a voces,
la vida empuja, adelante
trote de latido acompasado.
Gira la órbita redonda, ovalada,
la batalla a escudo y espada,
la veleta se acomoda al viento,
la costumbre al pensamiento,
se abre la puerta y entra entera
brillante y real la verdad sincera.
Cuadro al óleo 60X60 y poema de
José M.ª Fdez. Lozano (Arte conceptual)
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